Xavier Uruarte
A lo largo del siglo XX se fue alimentando la idea de que el consumo de fármacos era sinónimo de seguridad y de mayor esperanza de vida.Sin embargo, estudios de relevancia apuntaron que los efectos adversos de los fármacos estaban creando un gran problema de salud pública.Colectivos como la infancia y la ancianidad se convirtieron en los mayores consumidores de medicamentos y también en los grupos sociales que más ingresaron en los hospitales por los accidentes producidos por los medicamentos de naturaleza química.Nuestra generación había oído que los antiguos y las abuelas habían aplicado mezclas y potingues que a nosotros nos producían risa y nos daban ridículo.Vimos que en ciertos lugares del mundo todavía se aplicaban estas cosas raras de las 'abuelas' y de los 'curanderos' con interesantes resultados.Poco a poco, gente joven de lugares cercanos fueron integrando en sus vidas remedios olvidados y que, además, funcionaban.Leíamos que a nivel universitario se estaban descubriendo efectos de los aceites, de las plantas, de las aguas, de las tierras, de los animales, de los alimentos y de los diferentes elementos que configuran nuestro planeta.