Pablo Meglioli
Mi contacto con el señor Ramiro Calle comenzó luego de haber leído unas frases suyas muy interesantes en páginas de Facebook, donde gente amiga lo nombraba a menudo. Decidíleer su novela más conocida, El faquir y su autobiografía. Ambos libros me deslumbraron, lo que me inspiró a enviarle un mail que al otro día me lo contestó de manera simple y amigable como es él. Cuánta humildad para comunicarse con un desconocido.Desde ese momento empezamos a intercambiar mails y a cultivar una hermosa amistad al mismo tiempo que profundizaba en su maravillosa obra literaria. Luego de unos meses decidí ir a conocerlo personalmente y me abrió las puertas de su centro de yoga, Shadak, o como le llamo yo, la 'catedral del yoga” en Madrid, donde pude participar de sus excelentes clases de yoga y de sus increíbles sesiones de yoga mental donde luego de una meditación él se toma el tiempo para contestar las más variadas preguntas de los alumnos. Su paciencia todo lo puede. Lo que más me impactó fue el enorme cariño de sus alumnos y de la gente que va a conocerlo desde los lugares más diversos de España y Latinoamérica.A medida que lo fui conociendo mejor, empecé a descubrir a un ser humano con un nivel de profundidad y sencillez que jamás había conocido antes en el ámbito espiritual. Luego de todo este tiempo de haber compartido con él, tengo el honor de poder llamarlo maestro, aunque a él no le guste que lo llamen así porque se considera un eterno aprendiz. Si hay algo que necesita esta humanidad, son ejemplos de bien y de lucidez como Ramiro Calle, un maestro de la vida. 10